Todo lo que debe saber sobre la artroscopia de hombro
La artroscopia de hombro es una técnica mínimamente invasiva que permite diagnosticar, acceder y tratar un amplio espectro de lesiones y enfermedades en las diversas estructuras que componen esta compleja articulación, a través de pequeñas incisiones en la piel generalmente de un centímetro cada una.
Es una técnica compleja que está experimentando un gran desarrollo en los últimos años. Debido a los grandes resultados obtenidos, cada vez son más las patologías de hombro que hasta hace poco tenían una difícil solución y que hoy día, con una artroscopia de hombro, consiguen ser resueltas.
En la actualidad, la artroscopia de hombro ha conseguido dejar en segundo plano la cirugía abierta.
Beneficios de la artroscopia de hombro
Esta técnica permite acceder a estructuras profundas y de difícil acceso de la articulación del hombro, con una visión completa y desde el interior, sin apenas sangrado y con la ventaja de poder magnificar la visión gracias al empleo de ópticas y lentes específicas que incluso permiten detectar lesiones que son imposibles de ver y, por tanto tratar, con cirugía abierta.
El postoperatorio es mucho más llevadero que tras la cirugía abierta puesto que los pacientes presentan menos dolor y el periodo de hospitalización y convalecencia es menor, pudiendo iniciar la fisioterapia (casi siempre necesaria) mucho antes.
¿Qué patologías trata la artroscopia de hombro?
La artroscopia de hombro está en completo desarrollo y cada vez abarca más grupos de patologías, generalmente las más frecuentemente tratadas son aquellas que implican dolor en hombro y alrededores, generalmente irradiados hacia brazo o espalda, limitaciones de movilidad del hombro e inestabilidades del mismo que no han conseguido, ninguno de ellos, mejorar tras tratamiento médico y fisioterápico. Cada vez son más las lesiones y la patología postraumática del hombro que se beneficia de tratamiento artroscópico.
Estas lesiones serían: el síndrome de pinzamiento subacromial, bursitis subacromial, lesionres del manguito rotador, lesiones de rodete glenohumeral, lesiones del complejo rodete-inserción de bíceps, lesiones por microinestabilidad del hombro, lesiones con inestabilidad y luxación repetida del hombro y lesiones de la articulación acromioclavicular.
Pre y postoperatorio
La cirugía artroscópica de hombro se realiza, como todas las cirugías, en quirófano. Requiere de una posición muy particular, bien semisentada (también llamada en silla de playa) o acostado sobre el lado que no se va a intervenir (decúbito lateral) con un dispositivo de tracción-sujeción del brazo a intervenir. El anestesista realiza una anestesia locorregional a nivel del plexo braquial (anestesiar los nervios que van al brazo) y una sedación, con lo que se consigue un postoperatorio mucho más confortable y con menos dolor que en la cirugía convencional del hombro. La duración de la intervención varía entre 45 y 90 minutos según la patología a tratar.
Generalmente se aconseja permanecer una noche en el hospital y vuelta a su domicilio a la mañana siguiente, tras la entrega de un informe de alta con las recomendaciones, tratamiento y citas de revisión a seguir.
Normalmente el paciente se va con el brazo en cabestrillo, una medicación analgésica que es importante que no abandone y un programa de curas locales y ejercicios a realizar personalizado.
¿Cómo se realiza la intervención?
Dependiendo de la patología se realizan de 2 a 5 incisiones de aproximadamente 0,5cm alrededor del hombro, por las que se rellena la articulación con suero salino y una vez explorado todo el interior articular con una cámara con ópticas de diferente angulación, se accede a la zona lesionada para repararla con el instrumental específico para cada tipo de lesión.
Los monitores de alta resolución permiten ampliar la visión sin deterioro de la imagen. La reparación de los tejidos blandos se lleva a cabo mediante suturas y diversos sistemas de anclajes óseo (también llamados clásicamente arpones) que existen de muy variado tamaño y consistencia en función de la lesión a reparar.
También los arpones están evolucionando mucho, pero básicamente pueden ser o bien de material reabsorbible con recubrimiento de material osteoinductor o bien de metal (titanio), dependiendo de cada caso se utilizan unos u otros. Se suelen utilizar los arpones con los que el cirujano está más familiarizado, con tendencia al uso de los de última generación.